En las redes sociales ya se puede ver cualquier cosa. Desde las publicaciones más inteligentes hasta los vídeos más insignificantes. Son, en esencia, un microclima de viralidad, comentarios y me gustas; pero hay gente para todo y entre las distintas páginas de Internet podemos encontrar a los individuos más insospechados. Por ejemplo, están los que siempre tienen que subir fotos de su comida, los que te etiquetan en videos de cachorros y caídas, los que no paran de mandarse mensajes con su novia o los que reaccionan todo el rato ante cualquier elemento relacionado con los bebés. Seguro que tienes a más de uno en tu lista de amigos, pero antes de tomar una decisión precipitada y eliminarlos de ella, piensa que podrían ser la solución para evitar problemas con tu pareja.

Según la psicología, una de las teorías más arraigadas sobre cómo desarrollan sus gustos las personas es a través del aprendizaje asociativo. Sucede como cuando olemos un perfume y nos recuerda a aquella persona que lo usaba cuando salía con nosotros. Es la reacción concreta ante un estímulo determinado y, dependiendo de si aquel nos aporta recuerdos positivos o negativos, nuestra respuesta y nuestra actitud será agradable o desagradable. Pues bien, según un estudio realizado por la Universidad Estatal de Florida, las relaciones afectivas funcionan de una manera similar.

Tal y como explica James McNulty, el autor del documento, “si estás en una relación y empiezas a tener grandes experiencias con tu pareja, acabarás asociándolas entre sí y, cuando la veas a ella, te sentirás igual de bien que cuando compartieron aquel momento especial”. De este modo, se preguntaron si esas asociaciones se podrían establecer de manera premeditada e invitaron a 144 parejas a realizar un experimento: cada tres días se pondrían a mirar fotos de sus novios, que estarían intercaladas con otras de pizza, lugares paradisíacos y cachorros, y verían qué ocurriría. Después de 6 semanas anotando los resultados, concluyeron que las personas que recibieron una imagen positiva al lado de la de su pareja se sentían más contentas con su relación. Es decir, asociaban la felicidad que transmitían determinadas situaciones con la que sentían cuando estaban con su respectivo. Así que ya saben ustedes, la clave de todo se encuentra en hacer buenos planes y, si alguna vez no se puede, en procurar la felicidad del otro con las cosas más sencillas y cotidianas. No hace falta irse muy lejos, ya saben: a veces se puede viajar, simplemente, con la ayuda de una buena fotografía.