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Películas de culto para ser más cinéfilo que Quentin Tarantino

Películas de culto para ser más cinéfilo que Quentin Tarantino

Porque a veces es necesario callar a tu amigo el que se cree Tarantino porque vio Kill Bill, o Kubrick porque vio 2001: una odisea en el espacio y no le entendió, te dejamos algunas películas de culto para aumentar tu catálogo y cerrarle la boca con argumentos y buenas películas. Y claro, convertirte en un verdadero fan del séptimo arte, los 35 milímetros, o simplemente de la calidad del buen cine.

Rashomon (Akira Kurosawa, 1950)

El autor japonés tiene todo lo que necesitas para dilatar tu cultura cinematográfica, parecer cool y ser tachado de “raro”. Por eso necesitas introducirte Rashomon como religioso en libro sagrado.

Un leñador, un sacerdote budista y un peregrino tendrán que juzgar a un bandido según una serie de testimonios, generando un dilema que da sentido al endiosamiento de esta película de culto. Si la entiendes, tienes mucho camino recorrido. Si no, finge y saldrás victorioso ante los fans de Acapulco Shore.

Dogville (Lars Von Trier, 2003)

Lars Von Trier se sacó de la manga este incomparable drama psicológico que analiza el lado oscuro del ser humano. En Dogville, Nicole Kidman se pasea por un pueblo de los años 30… ¡dibujado con tiza! Por suerte, la psicología del filme es tan honda que quizá te dé vueltas la cabeza durante los 177 minutazos de duración. El bueno de Lars dejó claro que puede hacer lo que le salga en la cabeza y ser aclamado por crítica y público, aunque la mitad no entendieran nada.

Mulholland Drive (David Lynch, 2001)

Los cinéfilos más pedantes sostenían que este experimento “lynchiano” era tan grande como la Capilla Sixtina. Una historia lésbica, con onda visual de telefilm y varios personajes bizarros.

Recientemente, ha sido considerada la mejor película del siglo XXI por 177 críticos. David Lynch es libre, creativo y, haciendo uso del surrealismo y la desestructuración narrativa como quien va a comprar el pan, te saca un producto aparentemente torpe con alma de diamante.

El séptimo sello (Ingmar Bergman, 1957)

Lo tiene todo para que parezcas el hijo de Martin Scorsese: blanco y negro, los 50’s y un director sueco. Un guerrero que juega al ajedrez con la muerte y que parecería un sketch de La Hora Pico si no fuera por el contenido filosófico que trae detrás. La búsqueda del sentido de la vida es un concepto tan abstracto que sirve como argumento para las películas favoritas de cualquier hipster pretencioso. Además, podrás decir que ya conocías a Max von Sydow antes de Game of Thrones. Esas cosas siempre quedan cool.

Doce hombres en pugna (Sidney Lumet, 1957)

Joyita que triunfa en esta lista por sus brillantes conversaciones en un solo decorado de 30 m2. Un jurado debe decidir sobre la culpabilidad o inocencia de un sujeto. Para ello, se ponen en tela de juicio conceptos como la justicia y la conciencia. Además, actúa Henry Fonda, miembro honorífico de ese grupo de actores (junto a James Stewart, Cary Grant o Gregory Peck) de la primera mitad del siglo XX que parecen fotocopias. Hombres duros, bien peinados y con traje. Un clásico que te hará pasar la primera prueba de acceso al club de los cinéfilos.

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