Sabes que lo inevitable se acerca pero no lo quieres aceptar. Tu trabajo te demanda tanto que vives en el estrés; te has olvidado de ti, de tu familia, de tus amigos. Ese trabajo, por más que te paguen bien, no lo vale. Ya acéptalo y deja de ponerte estas excusas.
Si alguna de esas excusas la lees aquí, es hora de que te pongas pilas y vayas a lo que sigue. NO sigas en esa chamba.
“Para que renuncio si no voy a conseguir algo mejor”
¿Cómo lo sabes?
Bueno, tus jefes no te tratan bien, no reconocen tus méritos. Estás acostumbrado al mal trato en una oficina. Y por eso concluiste que no eres lo suficientemente bueno para tener un mejor trabajo y, por ende, un mejor salario. Para qué te esfuerzas, ¿no?
No eres menos talentoso o inteligente, simplemente te tienes que aventar y descubrirlo por ti mismo. No estás destinado a tener trabajos que odias. En muchos no te contratarán, pero muchos otros sí te van a querer. Te la tienes que creer.
Renunciar nunca va a ser fácil, pero es la única manera de darte cuenta de lo que vales.
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“A lo mejor y las cosas no están tan mal”
No te engañes, estás en una etapa de negación. La realidad es que debes renunciar pero no te animas a hacerlo por dejar un buen salario o porque quizá tienes miedo de dejar lo hecho ahí.
Hiciste grandes cosas pero ya les perdiste el gusto. Ahora ya te preparaste para nuevas metas, sólo que no quieren volver a dar ese paso que te llevará a otros retos.
“No tengo tiempo para actualizar mi CV”
¿En serio esa es una de tus excusas? Y es que de alguna forma quieres seguir en la comodidad de no esforzarte por conseguir algo mejor, o al menos que te regrese tu vida.
Después de tus horribles horas de oficina, no te vayas al cine o a tomar cerveza. Dedícale unos instantes (sí, es menos divertido pero te va a servir más adelante), a actualizar tu CV, ponerle tus nuevos logros y demás. Sólo así comenzarás un cambio.