La muerte llegó para llevarse a tu papá, a tu mamá, a tu perro, a tu mejor amig@, a tu novi@ o algún otro ser que amabas. A pesar del dolor y de la pérdida supiste reponerte, seguir con tu vida y ahora estás aquí. Eso te hace doblemente bueno y superior a cualquiera que no haya experimentado eso.

La Universidad no fue lo que tú creías, no fue lo que tú esperabas, y aún así lograste terminar esa carrera. O la dejaste a la mitad y ya la retomaste. Muchos se dan por vencidos a la mitad del camino y muchos ni lo intentan; siéntete orgulloso, lo lograste.

Sabes que a veces tienes pensamientos malos o haces cosas malas, pero todos los días intentas ser mejor persona. No cualquiera sale de zonas oscuras que viva para contarlo. Puede que en tu pasado hayas hecho y dicho cosas de las que te arrepientes y todos los días tratas de arreglarlo. Si buscaste a ese amigo para pedirle perdón, o le llamas a tu mamá para reconciliar tus diferencias con ella, o haces actos de beneficencia, bien; eres mejor persona.

Por cosas de la vida y decisiones que tomaste, pasaste por períodos de tu vida solo, sin pareja, viendo poco a tus amigos y a tu familia. Si ya llegaste a aceptar esa cómoda soledad y ya aprendiste a quererte y a estar en paz, lo lograste.

No importan las tormentas ni cosas horribles que hayas pasado, si tienes mínimo un amigo leal que estuvo contigo en todas etapas, ¿para qué quieres tener 20? Si tienes por lo menos a una sola persona en este universo con quien puedes contar, bien ahí.

Ya aprendiste que en la vida se trata de cambiar, de cerrar ciclos, de contrastar, y que después de la tormenta viene la calma. Lo hiciste muy bien si ya sabes de qué va la vida y aprendes a que hay cosas que no puedes cambiar; las vives, las pasas y sales roto pero ileso y con ganas de seguir adelante.