Estas cosas tan pequeñas pero de mucha importancia, pueden hacer que todos vayamos contentos en el metro y sin el estrés de siempre.
No obstruir puertas
Nunca falta el indeseable dentro del vagón, que se para frente a las puertas para que cuando le toque bajar, pueda salirse de volada, aunque le falten ocho estaciones.
No seas de los que obstruye puertas. Sí, anticipa tu bajada pero no una hora antes.
Fíjate en la recarga de tu tarjeta
No todas las que atienden las taquillas del metro son tan honestas como crees. Algunas aplican el truco de cargarte menos crédito a tu tarjeta del que pides para ellas quedarse con el resto; de ahí que a veces se pongan escotes llamativos.
Opta por siempre ver y asegurarte en el visor de recargas, que te pongan el dinero que pediste.
Ceder asientos
¿Eres de los que se apaña el asiento reservado para adultos mayores, mujeres embarazadas o con niños?
Garantizado que todos te van a ver más bonito, pero sobre todo, te vas a sentir mejor si cedes el asiento a quien de verdad lo necesita; y no sólo me refiero a mujeres, si no también a hombres que van con todo y su niño dormido en brazos.
Esa fila interminable para comprar boletos
Siempre se va a presentar ese momento incómodo y tedioso en que llegues a una estación del metro y haya una fila infernal para formarte y comprar un boleto o recargar tu tarjeta.
¿Qué hacer? Formarse; no importa lo que te lleve de tiempo. Es tedioso y cansado, pero hay que hacerlo. Preferible a meterte en la fila o a negociar con alguien que esté cerca de la taquilla que te compre un boleto.
Deja salir antes de entrar
Por más prisa que tengas, cuando estés frente a la puerta de un vagón del metro, es mejor que dejes salir a la gente, antes de emocionarte y entrar para buscar un lugar donde sentarte.
No obstruyas el paso en las escaleras
Las escaleras, ya sean para subir o bajar, tienen la disposición de usar el lado derecho para irse parado (si es que las escaleras son eléctricas), y el lado izquierdo para la gente que lleva prisa y quiere caminar.
