Nos gusta empezar con algo y dejarlo a medias por falta de motivación, tiempo y otras tantas excusas que nos inventamos. Siendo que la solución siempre ha estado en un simple juego de palabras de nosotros para nosotros.

En un nuevo estudio de la Universidad de Keele en el Reino Unido, los investigadores encontraron que los participantes eran más fuertes durante un ejercicio si juraban hacerlo y acabar con él (o cualquiera que fuera la elección del usuario en cuanto a las palabras de juramento).

Durante el primer ejercicio, una intensa sesión de ciclismo, se demostró que aquellos que juraron aguantar fueron un 4 por ciento más fuertes después de cinco segundos y un 2 por ciento más fuertes después de 30 segundos, dijo el investigador Richard Stephens a Newsweek. Durante el segundo ejercicio, una prueba de agarre que fue menos extrema que el ciclismo, hizo a los participantes un 8 por ciento más fuertes.

Los investigadores no midieron un pico de adrenalina con juramentos, como sospechaban. En su lugar, Stephens planteó la hipótesis de que el aumento de la fuerza se derivó de una mejor tolerancia al dolor (se distrae del sufrimiento) o menos autoconciencia (simplemente te preocupas menos por tu cuerpo mientras este se quema). “Eso sería interesante porque eso sugeriría que el juramento podría ayudar más allá de las tareas físicas”, dijo.

Stephens también observó en un estudio de 2009 que el juramento resultó en un mejor manejo del dolor para los participantes cuyas manos estaban sumergidas en agua helada, lo que les permite soportar más tiempo, según The New Yorker. Hizo la hipótesis de que el juramento se origina en el mismo lugar en nuestro cerebro que  las emociones, y que expresar una agresión (es decir, juramento) establece el instinto de lucha, que a su vez libera adrenalina para mejorar el rendimiento físico.