Ellos que siempre sonríen, que fueron la inspiración para inventar la palabra extrovertido y hacen uso de ella con una autoridad aplastante. Por todos aquellos que vivieron en primera persona los sinsabores de una personalidad que lo único que pretende es abrirse paso en un mundo donde sentarse a tomar un café con un desconocido parece ser un acto arriesgado propio de un interno de un manicomio. Por ellos y por todos los que a veces tenemos que sufrir aquí una sencilla forma de entenderlos.