No hay que bloquear la salida al exterior de las emociones, sean buenas o malas, pero es cierto que un buen enfado puede hacerte perder el norte sin casi darte cuenta. Hoy la ciencia pone remedio a este extravío innecesario.
Tanto la ciencia como la tradición espiritual han conseguido ponerse de acuerdo en un aspecto fundamental: la manera de controlar la ira y el enfado para que no dejes de ser tú mismo.
Distraerte
Para ello, el primer apunte de ambas disciplinas para controlar los enojos que asiduamente te ganas es la distracción: recurrir a cualquier otra cosa que te haga olvidar la enajenación es la mejor solución, por difícil que sea.
No respondas
Hacer todo lo posible por no entrar al trapo de la persona o cosa que está provocando el enfado es un ejercicio de salud mental que todos debemos poner en práctica. Si no hay reacción no hay cargamento para seguir la pelea.
Ten compasión
Cambiar el enfoque de eso que te está provocando una mala sensación en el cuerpo es la tercera solución que los expertos científicos señalan. La compasión suele ser el cambio que mejor funciona.
Todos los estudios publicados hasta el momento sobre esta materia señalan que la redirección del problema es la solución al enfado, no su bloqueo.