El ser independiente es algo hermoso, sí; pero seguir viviendo con tus padres lo es aún más.

Aquí te damos excusas para que nunca salgas de su casa… aunque tengas 30.

Perder las llaves no significa morir

Si pierdes las llaves en el metro o en lugar que sea, tienes la opción de sobrevivir gracias a algún miembro de tu familia.

Le puedes hablar y te solucionan la vida, si no, ellos te abren. Una maravilla.

¡Más dinero!

Lo que gastarás en renta, comida y servicios públicos, está perfectamente cubierto por tus creadores. Ese dinero va directo a pichar los tragos los viernes y los tacos saliendo de la peda.

Y si bien puedes contribuír con los gastos en casa de tus padres, no es un gasto tan grande como el que harás solo.

Hermosa ropa lavada y planchada

“La ropa sucia se lava en casa… de tus padres” ¿sí es así,no?

El vivir con aquellos que te dieron la vida permite usar ropa limpia todo el tiempo, bien planchadita y sólo esperando el momento en el que la uses.

De vivir solo, conoces muy bien ese montón de ropa con telarañas que nadie ha tocado, las manchas eternas de esos jeans y el olor de esos calcetines.

Eres productivo

Si vives con tus padres, lo más seguro es que un día te toque lavar el baño, lavar trastes, trapear y demás cosa relacionada a la limpieza.

De vivir solo, tu cama jamás sabrá lo que es tener orden; los trastes serán desechables porque tiraste los que tenías al ver pitufos caminar en ellos tras 3 meses sin lavar.

¡Comida!

¡Todo el tiempo hay comida!

Basta de sopas Maruchan, visitas a tu cadena de hamburguesas preferida o de esa relación de amistad que hiciste con el repartidor de pizzas si es que vives solo.

Cuida tu salud y come ese rico pollo con mole, esas pechuguitas empanizadas, esa sopa de fideos calientita y esa deliciosa agua de limón.

El refri siempre tiene algo nuevo por descubrir y lo mejor, algo que comer a mitad de la noche.