La serie biográfica de Netflix que domingo a domingo atrapó a México desmitificó la figura del idilio de los mirreyes, Luis Miguel.
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Luis Miguel, El Sol de México. Ídolo de masas, galán codiciado. El artista que batió todos los récords y después se esfumó. Generaciones enteras de mexicanos crecieron mucho tiempo después de que sus éxitos coparan las radios del país, ajenas a los escándalos amorosos y sin mucho interés por su turbulenta vida familiar. Y luego vino Netflix.
Hasta hace poco, los nombres de Luis Rey, Marcela Basteri, Mariana Yazbek o Issabela Camil no significaban nada para un gran número de personas. La serie biográfica que cada domingo atrapó a México desnitrifica la figura de Luismi. Antes, la música despertaba la obsesión por el artista. Hoy, los maratones de Netflix han desatado el repunte de sus canciones en Spotify.
La primera parte de Luis Miguel, la serie se construye alrededor de un enemigo común: Luisito Rey. La imagen del padre manipulador, cocainómano, macho y explotador es el imán de audiencia para los curiosos. El peso dramático del inicio de la historia cae sobre una interpretación magistral de Óscar Jaenada. “¡Picha, niña, coño!”: estás hablando como Luisito Rey y es el primer síntoma de que la serie te ha atrapado.
Después de morder el anzuelo llegan las pinceladas sobre los primeros pasos de Luis Miguel. El mayor intérprete juvenil de Latinoamérica empezó su carrera en un bar de mala muerte y después en un pequeño canal de televisión de Ciudad Juárez, siempre de la mano de su padre. El Sol recibe su primera gran oportunidad cuando se presenta en la boda de la hija del expresidente José López Portillo. De acuerdo con la serie, esto fue posible por la ambición de su padre y las influencias de Arturo El Negro Durazo, antiguo jefe de la policía de Ciudad de México.
En ese primer tramo, Luis Miguel termina con Mariana Yazbek, su primer gran amor, en parte por sus propios errores, el sabotaje de su padre y por el supuesto triángulo amoroso con Alejandro González Iñárritu, hoy ganador de cinco premios Óscar. Quizás no fue una “gran revelación” para los fans from hell, quizás para algunos es la “confirmación de un rumor”, pero al resto —desde los teléfilos hasta los tuiteros— les dio la oportunidad de unirse a una conversación que había estado enterrada en la prensa rosa.
Después vienen detalles sobre otros aspectos de la vida de Luis Miguel que habían sido “normalizados”: la relación con Televisa, la aparición en la película con Lucero, los comerciales de papitas, San Remo, Viña del Mar, el primer Grammy, las novias y las conquistas, la relación con El Burro Van Rankin y Roberto Palazuelos (el ambiente mirrey en los antros de Acapulco). Un pasaje polémico es el accidente en el que conduce ebrio y casi mata a una fan.
En ese punto se consolidan dos historias claves para la trama: el pleito con su padre por aprovecharse de su carrera al punto de que casi termina en la cárcel y la misteriosa desaparición de su madre. El personaje de Diego Boneta tiene que remar a contracorriente todo lo que queda de la serie: enemistado con Luisito Rey y su tío Tito, apoyado por su sensei Hugo López, lejos de sus hermanos Álex y Sergio, persiguiendo la sombra de Marcela Basteri, con Issabela Camil como su redentora y aliada.
En la recta final aparecen dos temas que siempre han sido parte del imaginario colectivo sobre Luis Miguel en México. El primero: ¿es mexicano o no? El cantante admite en una rueda de prensa de 1991 que nació en Puerto Rico en 1970, que “se siente” mexicano y que comenzaría los trámites para nacionalizarse.
El segundo: ¿Es papá de Michelle Salas? Al principio, Micky niega una y otra vez que sea su hija: “Ni siquiera sé cómo se llama la niña”. Después, tras la insistencia de Camil y los parecidos físicos, él reconoce que es el padre y que no quiere seguir los pasos de Luis Rey en su familia. Luisito Rey, el Darth Vader millennial, muere en España de una enfermedad “demasiado escandalosa” (probablemente, de sida).
“Miénteme como siempre, por favor miénteme, necesito creerte, convénceme”. Esta es la historia de como 30 años después los fans from hell (que han abarrotado casi 250 veces el Auditorio Nacional), millennials, wannabes y curiosos volvieron a corear las canciones del astro mexicano.
