El despertador, ese sonido incesante que no para hasta notar el tacto de nuestra mano. Ese chirrido agónico que nosotros mismos programamos. Ese enviado de Satán para acabar con un glorioso placer.

¿De verdad ya han pasado 6 horas?

No te haces a la idea de que tus queridas seis horas de sueño se pasen tan sumamente rápida y seis horas en la chamba sean eternas.

¿Y si no voy a la chamba?

Suena tan bien y tan cómodo en tu cabeza, pero no lo harás, porque eres responsable. O no.

¿Y si llego tarde y digo que había tráfico?

Tu cerebro maneja la opción de crear una justificación para explicar porqué llegaste tarde.

¿Qué les cuesta cambiar los horarios?

Es bien sabido que a nadie le gusta entrar a las 7:00 u 8:00 a la escuela o a trabajar, ¿por qué existen esos horarios?

¿De verdad necesito ese título?/¿De verdad necesito trabajar?

Sí, ambas cosas son necesarias si quieres sobrevivir al menos unos 10 años más en estu mundo.