Compartir el hogar está sobrevalorado, no hay nada como disfrutar de tu casa sin que nadie te moleste. Por algo es que en un principio te saliste de tu casa para, al menos, tener espacio y no estar atado a tus papás, ¿no?

Puedes limpiar y recoger cuando te apetezca y, por lo tanto, cuando no te apetezca

Imagínate, no hay como despertar y levantarte de la cama, arreglarte e irte. ¿Tendiste la cama? ¡No! Para qué tenderla si en la noche la vas a volver a usar y por ende, destender. No tiene lógica, ¿cierto?

Porque tus propias manías son las únicas que tienes que aguantar, y hasta disfrutarlas

Nadie te va a entender jamás. Aunque tengas una alma gemela (o eso es lo que tú crees), ésta no te va a aguantar. Si te gusta o no dejar la taza del baño arriba, etc. Nadie, peor nadie más que tú va a ser lo que quiere. Así que… mejor solito, ¿no?

Puedes poner el tipo de música que prefieras, cuando te apetezca, y todo lo alta que quieras (hasta que el vecino golpee la pared)

Aceptémoslo. Tienes clase y buen gusto, y otras personas no. El reggaeton no cuenta como “buen gusto”; siento decepcionarte. Así que poner tus propias playlists y demás en tu casa va a ser algo que vas a disfrutar mucho.

En cuanto a la comida, tú eres el único responsable de que se acabe

¡Al fin! Ya nada de “te tomé una cerveza; luego te la repongo”. No, basta de eso. Eso jamás sucede, nadie te repone nada ¿o me vas a dejar mentir? Lo que compres para comer va a ser solo para ti y nada más que para ti. Se acabaron esas injusticias e insolencias de robo hormiga al refrigerador.

Puedes hacer fiesta sin necesidad de consultar. Y no tienes que tener cuidado al volver por si acaso despiertas a alguien

Atrás quedaron esos momentos en que tienes que entrar casi casi sin zapatos a tu casa. O esas noches de invitar a tus amigos y decirles que por favor hablen “bajito” porque no vaya a despertarse el roomie. ¡Eso qué!

Puedes pasar el día en la cama sin que nadie te pregunte si sigues vivo

O mejor aún, sin que nadie te juzgue.