Ya lo has decidido. Vas a salirte de casa de tus padres y abrir las alas. Las cuentas no te salen, pero vale la pena el riesgo, ya es hora de independizarte… o si te independizaste, quizá vayas a corroborar alguno de estos puntos que vives cada vez que te mudas solo.
No es tan fácil como parece, en el camino aparecen estas piedras.
Al principio todo es ilusión
¡Eres el rey del mundo y encontrarás la casa de tus sueños!
Aunque intentas ser realista, tienes expectativas altas
Siete u ocho recámaras, 32 baños, alberca, jardín y campo de golf. No es mucho.
El primer contacto y sigue vive la ilusión
Lees en algún anuncio: “Exterior, luminoso, 2 dormitorios, calefacción…” y te dices a ti mismo: esto es muy sencillo, no sé porqué la gente se queja tanto.
Pero salen los resultados poco alentadores
Las expectativas bajan de manera radical. No te convencen las opciones de acuerdo a tu presupuesto, pero ya encontraste un par de opciones que no se ven tan mal.
El inicio de la guerra
Una cosa fue ver que había una opción y otra muy distinta encontrarla disponible. Llamadas, mensajes, correos y visitas. Inicia algo similar a los juegos del hambre por conseguir casa.
Encuentras tu opción
El anuncio decía “lugar ideal y coqueto para parejas”, pero es en realidad un cuarto más pequeño que el que tenías en la casa de tus padres. Pero algo es algo.
La tienes, y eres el rey del mundo
Tras regatear el precio, la obtienes. Es el primer gran paso para una nueva vida y lo sabes.