Sí, no estaba padre saber que tus padres no estaban juntos; pero obtenías jugosos beneficios en esta temporada navideña, que le sacaban un lado brilloso a tan oscura situación. Sí, a lo mejor éramos unos malditos y nos aprovechábamos, pero algo había que sacar. ¿Fuimos las víctimas, no?
7 Doble regalo
Regalo de Navidad, regalo de Santa y obviamente, doble regalo de Reyes. Nada mejor que regresar a la escuela y presumir tu lista infinita de regalos.
6 Recompensas por ausencia
Como lamentablemente no podías pasar las fiestas con alguno de los dos, te veías recompensado de una u otra manera. Alguna comida o regalo, servía para compensar ese valor.
5 Pelea por ver quién da mejor regalo
Aunque lo negaban, entre los padres había una lucha eterna por conseguir el amor de los hijos. Ellos se hacían pedazos y tú recibías cada vez mejores regalos.
4 Te ahorrabas al tío de los mismos chistes
Claro, al no ir un año con determinada familia, te ahorrabas a esa tía molesta que te agarraba los cachetes y al primo consentido que no prestaba sus juguetes.
3 Doble recalentado, doble rosca
La parte de la comida es de nuestras favoritas. Un día con uno, al otro día con el otro. Recalentados, roscas, ponche y chocolate todo el tiempo.
2 Libertades permitidas
Había pequeñas fisuras en el sistema que te permitían ciertas libertades conforme crecías. Si tu mamá era la que temía por ver a su creación con una cerveza en mano o abusando de la sidra, tu papá podía ser el buena onda que te permitiera agarrar la fiesta. Obviamente los papeles podían ser invertidos.
1 Libertad para pasar tiempo con tus amigos
Y aprovechando esas libertades, dedicabas gran parte de tu tiempo a disfrutar de las fiestas con tus amigos. Ese tiempo no lo tenías cuando tus padres estaban juntos.