El cumpleaños es una convención artificial, no por ello exenta de valor metafórico. La relación que cada persona establece con esta efeméride varía a lo largo de los años. Pasada la euforia infantil y la intoxicación adolescente, es a partir de los 30 cuando el sujeto establece su posición definitiva en el mundo.
Actitud acaparadora
Si lo vas a festejar, hay que festejarlo bien. No todos los días cumples años. Reúne a tu dream team y ve en búsqueda de la destrucción. Te sentirás mal al día siguiente sí o sí.
Actitud sorpresiva
Sabes que es tu cumpleaños y que hay que celebrar, pero tampoco es para tanto. Una reunión tranquila con un par de cervezas y ya está. Deja que la vida te sorprenda con un momento agradable y no le pidas más. En una de esas tus amigos creen que cada año habrá fiesta y eso no está bien.
Actitud engañosa
Di que no quieres nada y engañate a ti misma/o con la idea de que no necesitas algo especial. Pero no te tires al vacío, que no es necesario. Si ese día te regalas el romper la dieta, está perfecto. Algo es algo.
Actitud de odio
¿No quieres celebrar tu cumpleaños porque no hay nada que celebrar? Está bien, pero hazlo bien. Odia las celebraciones, odia a todos los que te intenten abrazar y odia ese pastel que te dieron en la oficina. Será duro para algunos, pero lo van a entender. Esos jugueteos en ti no van y no se van a repetir.