¿Cuántas veces te has comprado en el super un vino barato? Muchas, obvio. Eso es en parte porque sabemos que un vino de precio económico no va a ser muy rico; por el contrario, tenemos esa idea de que entre más cara la botella entonces va a ser delicioso, va a tener calidad y clase, ¿cierto? La ciencia por fin nos dice por qué los vinos caros saben mejor que los de menor precio. Al parecer todo está en la mente.

Casi siempre pasa que al pagar algo demasiado caro entonces nuestras expectativas son altas. ¿Por qué? Es de esperarse pues estás dando mucho dinero por un “servicio” que esperas sea increíble. Pues un estudio del Centro de economía y neurociencia de la Universidad de Bonn en Alemania, encabezado por Bernd Weber, que buscaba ver si el placer que se vive al beber un vino es afectado por el conocimiento de su precio. Así se juntó a 30 personas con promedio de edad de 30 para evaluar su reacción en cuanto a beber vinos costosos. Cada uno tomó 3 copas y se les dijo que eran vinos distintos; uno barato, otro caro y otro de costo promedio. Todos ellos estuvieron con los ojos vendados y conectados a un monitor cerebral.

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Los resultados arrojaron que el vino más rico terminó siendo el más caro; el que menos les gustó fue el más barato. Bernd dijo que “el sistema de recompensa y motivación se activa de forma más significativa con los precios más caros y, de este modo, aumenta la experiencia del sabor”.

Ahora ya lo sabes. Conocer que estás disfrutando de algo muy caro hace que lo disfrutes más… pues lo estás pagando, ¿no? Esperas más de él que de un vino barato; así lo percibe y procesa tu cerebro, de ahí que te sepa mucho más rico que todo.