Aunque no lo creas, no en todos los trabajos hay jefes buena onda o compañeros dispuestos a echarte una mano con un proyecto o a cubrirte las espaldas. Cuando eso no se produce llegan conflictos y les traemos soluciones para sobrevivir a ello.
Lo primero, identifica un entorno laboral verdaderamente hostil
Es decir, chismes, incompetencia, trabajos que no salen en su momento, ausencia de liderazgo o situaciones de amiguismo. No todo es hostil pero tampoco permisible.
Procura siempre mantener en orden tu trabajo y que tus competencias siempre estén bien delimitadas y sea patente
No queremos sorpresas de última hora de proyectos no atribuidos que nos puedan salpicar.
Los chismes nunca han sido una buena forma de socializar
Las reuniones del café pueden ser peligrosas. Lo mejor es ser prudente y mantener tus opiniones al margen.
Lo que nos lleva a que no hagas amistades dentro de la oficina
Identifica claramente a tus aliados, sin dejarte llevar por una gran significación, y cierra filas en torno a un grupo por el que se pueda dar la cara.
Puede que el entorno se intoxique desde arriba
Así que lo mejor es mantener una relación de cordialidad pero sin camaradería y mucho menos, de sumisión. Es decir, sé profesional.
No intentes batallar ni limpiar el ambiente tú solo/a
Parece fácil pero es mejor no acabarse en estas situaciones. Lo mejor es estar en un segundo plano y no intentar ejercer de pacificador para no sacarte de quicio.
Intenta que la negatividad latente no te influya
Tú, en este caso, no eres tú y tus circunstancias. Tus habilidades y competencias, así como tu autoestima, no deben verse influencias por lo que acontezca dentro.
Aprende de estas situaciones
Y haz caso de la clásica regla de ‘oír, ver y callar’ mientras contemplas otras salidas laborales.